Los pioneros
El club nace en 1939 tras heredar la actividad cestista del Olympic. El letrado Agrícola García Espinosa de los Monteros ejerce de primer presidente como cabeza visible de un grupo de entusiastas donde figuran, entre otros, Paco Pérez Llombet, Armando Sigut, Emilio González Díaz de Celis o Mateo Arbelo, maestro, miembro del Real Hespérides y el Orfeón La Paz.
Los antecesores
El alumbramiento del Canarias estuvo precedido en los años 30 por la actividad de otros equipos como el Juventud Laguna, entonces llamado Juventud Católica de La Laguna, que echa a andar en el 32 y otros clubes con nomenclatura anglosajona, como el Lord Clive, el Manchester CB o el propio Olympic BBC, germen de la entidad aurinegra. Los partidos de entonces tenían la plaza del Cristo como escenario.
Los comienzos
El Canarias fue inicialmente un equipo de pueblo, un club modesto y humilde que salió adelante gracias al esfuerzo anónimo de varias figuras a la postre claves (Juan Ríos Tejera, Juan Miranda…), sin cuya contribución ahora sería imposible explicar la longevidad de una entidad que acaba de cumplir 70 años de vida. El equipo canarista, entonces apellidado “de Educación y Descanso (EyD)”, jugaba sus partidos como anfitrión los domingos a las doce en canchas delimitadas con sogas.
Las canchas
La explanada de tierra situada en la plaza de Santo Domingo acogió los primeros partidos del Canarias, que luego se trasladaría a La Alhóndiga, pista situada junto al actual consistorio. Los tableros, traídos de la Península, serían heredados por la cancha Anchieta. Y Anchieta, primero de tierra y luego de cemento, dio paso a su vez a las pistas de la Universidad de La Laguna antes de la mudanza al Colegio Luther King en el 76, y al posterior traslado a partir del año 86, al Pabellón Juan Ríos Tejera, penúltima cancha canarista hasta la reciente llegada al Pabellón Santiago Martín, en el verano de 2010.
Las sedes
La directiva canarista realizaba originariamente sus reuniones en la desaparecida Casa Sindical, en la calle de La Carrera, a la altura del actual Bar Cañadas. Luego también dispuso de una de las dos casetas de La Alhóndiga (la otra pertenecía al Juventud), utilizó también de sede los altos de la Librería Católica, propiedad de Juan Miranda, en la plaza de La Catedral; y tuvo también sus dependencias en la cancha Anchieta, antes de mudarse a la calle del Agua, actual calle Viana, para pasar también por Osorio Ortega (actual Juan de Vera) y el Juan Ríos Tejera (sede aún de los filiales) hasta el reciente traslado al Santiago Martín.
Las ligas locales
La insularidad se pagaba antaño más caro de la cuenta en esto del deporte, por lo que el Canarias vivió 36 años en el anonimato de las ligas locales. Igual que sucediera en el fútbol, los sistemas de competición no ayudaban en nada para acceder a las ligas de ámbito nacional. El equipo canarista protagonizó varias promociones fallidas en los años 60 y principio de los 70. Sin embargo, hubo un hecho que cambiaría su destino.
… y entonces llegó Pepe – Cuentan los entendidos que la llegada de Pepe Cabrera a la entidad aurinegra supuso un salto cualitativo muy significativo, un empujón clave para que aquel modesto equipo de pueblo sentara los cimientos de un club profesional que años después se instalaría en la élite y se convertiría en uno de los grandes animadores de la ACB.
A la cuarta fue la vencida
Hasta tres promociones fallidas retrasaron el ansiado ascenso. El Pineda, en la campaña 71-72; el Breogán, en las 72-73 y un insuficiente cuarto puesto en la liguilla de ascenso disputada en Sevilla en la 73-74, aplazaron la salida del anonimato. Fue a partir de la campaña 75-76, con la creación del Grupo Único de Segunda, cuando el Canarias pudo competir por fin de seguido en una liga nacional por su condición de subcampeón regional del curso anterior.
Y de ahí a la élite
Por el camino, el club reforzó su estructura, no sin penurias y mucho trabajo de por medio. Y a partir de ahí llegarían los tres ascensos a la élite (dos con Pablo Casado en el banquillo y el último con Hernández Rizo). El Canarias acumularía hasta ocho temporadas en la máxima categoría, seis comparecencias en la Copa del Rey y dos en la Copa Korac.
Un equipo glorioso
La estancia de Rizo en el banquillo, coincidiendo con la presidencia de Santiago Martín, marcó una época gloriosa, la de los Carmelo Cabrera, Germán González, Salva Díez, Eddie Phillips, Mike Harper y compañía, la misma que deparó dos sextos puestos consecutivos en la Liga ACB.
La gran crisis y el renacer
Luego llegaría el descenso en Ferrol, en el curso 90-91; el declive hasta empezar otra vez de cero; la fallida fusión del baloncesto tinerfeño a principios de los noventa y el posterior resurgir aurinegro en categorías nacionales. El mismo resurgir, que tras los ascensos a Primera Autonómica, EBA, LEB II y Adecco Oro, sigue ahora mismo en marcha.
El regreso a la élite
La victoria ante Lleida consagró, 21 años después, el ascenso y la presencia del Canarias en la máxima categoría del baloncesto nacional. El de 2012 se convirtió así en uno de los años históricos para los aurinegros, quienes dirigidos por Alejandro Martínez pudieron disfrutar también de la consecución de la primera Copa Príncipe para las vitrinas canaristas ante el Burgos. Después llegarían los esfuerzos, tanto para la conversión en Sociedad Anónima Deportiva como para asentarse entre los mejores, años de trabajo para escapar del sufrimiento del descenso y asegurar, temporada a temporada, la plaza en la ACB.
Los frutos de tanto apuntalamiento se hicieron esperar un tiempo, pero reportaron logros hasta entonces inimaginables.
Los primeros títulos internacionales
La llegada del técnico vasco Txus Vidorreta terminó por confirmar el importante paso al frente para ambicionar las plazas de playoff por el título y, sobre todo, a las competiciones europeas. Tras el breve periplo internacional del club de finales de los 70 y 80, la entidad se enrolaba, casi 20 años después, en la primera edición de la recién creada Basketball Champions League de la FIBA y lograba un hito histórico: alzarse con el título ante sus aficionados, en calidad de organizador de la Final a 4 disputada en el pabellón de Los Majuelos. Una copa que aportó, además del prestigio y el reconocimiento definitivo al proyecto canarista, la posibilidad de disputar por vez primera la Copa Intercontinental de la FIBA.
La victoria ante Guaros de Lara de Venezuela, aspirante tras adjudicarse la Copa de las Américas, confirmó el crecimiento del Club Baloncesto Canarias en la élite del baloncesto nacional e internacional y la posición de la organización ante un futuro lleno de nuevos retos y ambiciosos objetivos deportivos por cumplir en los años venideros.
Un lustro mágico
Y es que los éxitos cosechados en la temporada 2016-17 tuvieron luego su prolongación en años posteriores. El Canarias se acostumbró a codearse con la élite del basket español y europeo, por encima incluso de sus posibilidades reales. Así, tras la primera Copa Intercontinental, conseguida con Nenad Markovic en el banquillo en septiembre de 2017, siguió ese mismo cuso una histórica clasificación para las semifinales de la Copa del Rey, esta vez con Fotis Katsikaris al frente de la nave aurinegra, en una edición celebrada en Gran Canaria; y la disputa del playoff por el título de la ACB.
De ahí en adelante, y ya con Txus Vidorreta de vuelta, cumpliendo su segunda etapa en el club, el conjunto tinerfeño acumuló hazañas de mucho mérito. Dos nuevas Copas Intercontinentales (2020 y 2023), ambas celebradas en la Isla; la segunda Basketball Champions League (Bilbao 2022); una plata (Amberes 2019) y un bronce europeo (Málaga 2023), fueron algunos de los logros firmados a nivel continental por un equipo que se instaló igualmente en la planta noble de la Liga Endesa. Los Marcelinho Huertas, Gio Shermadini, Sasu Salin, Aaron Doornekamp, Bruno Fitipaldo, Fran Guerra, Tim Abromaitis y compañía fueron la base de una etapa gloriosa.
Por ahí, el cuadro aurinegro se convirtió en un habitual de la Copa del Rey (seis participaciones seguidas entre 2018 y 2023), incluidas tres nuevas semifinales (Madrid 2019, Madrid 2021 y Granada 2022) y una final, la alcanzada en Badalona 2023, para acabar siendo subcampeón, tras caer con el Unicaja Málaga. La escuadra tinerfeña fue igualmente un asiduo en las series por el título de la ACB, con cinco ediciones consecutivas desde la 18-19 en adelante; y un brillante tercer puesto, el conseguido en la campaña 20/21 para jugar por primera vez en su historia unas semifinales de la Liga Endesa y forzando incluso un tercer partido en el play off ante el Barça de Pau Gasol, a la postre campeón de liga.