Pepe Cabrera, leyenda viva del basket canario
domingo, 23 marzo, 2008 - 10:03
El CB Canarias y la ACB rendirán
tributo este miércoles a un personaje imprescindible en la historia del
baloncesto tinerfeño del último medio siglo. Pepe Cabrera, El profesor, como fue bautizado una vez retirado de los banquillos
y metido de lleno en las tareas de comentarista, vivió la etapa más gloriosa
del RC Náutico y del CB Canarias a su paso por la élite del baloncesto español.
Nacido en Santa Cruz de La
Palma el 17 de noviembre de 1935 y formado académicamente a caballo entre La
Laguna y Madrid, donde se convirtió en un inquilino habitual del Pabellón de
Vista Alegre, el mismo escenario que parió al mejor Real Madrid de la historia con
los Emiliano, Sevillano y compañía, Cabrera aplicó ideas innovadoras una vez
instalado en Tenerife, a finales de los años cincuenta.
Aquel fue el comienzo de cuatro
décadas en las que el Náutico y el Canarias compartieron sana rivalidad y
protagonismo a nivel nacional. Artífice pues de los mejores hazañas de la marea, nombre tradicional con el que
se conoció siempre a la afición nauta; y maestro también de la fiebre amarilla, apelativo clásico del equipo canarista, Pepe se ganó a
pulso el título de sabio en esto del baloncesto.
Números y méritos en mano,
Cabrera inició su leyenda en la Avenida de Anaga, llevando al Náutico hasta el
subcampeonato de la Copa del Generalísimo, actual Copa del Rey, allá por la
temporada 64-65 y siendo todavía el equipo santacrucero un equipo de Segunda
División. Más de 40 años después, ningún club de las Islas ha igualado esa
hazaña.
Pepe sería igualmente el
responsable del histórico ascenso a la División de Honor de los nautas al
cierre del curso 65-66. Por aquel entonces, el fortín de Anaga fue clave en la permanencia en la élite
del baloncesto español. Cabrera dirigió aquel proyecto desde el banquillo y
encadenó cuatro temporadas en la máxima categoría.
Por el camino, fue techado el
recinto capitalino en una historia rocambolesca y a contrarreloj (la obra no
estaba acabada la noche anterior del estreno) para cumplir con la normativa
pertinente. La cantera nauta recibió un espaldarazo importante y fue
protagonista en los distintos Campeonatos de España Juveniles, al tiempo que su
primer equipo, el de los Cejas, Moliné, Plasencia, Tavío, Monje y compañía hacía
historia.
Culminada su etapa en el
Náutico, Pepe Cabrera inicio otro periplo exitoso en el CB Canarias, club por
el que ficha en la temporada 70-71. El técnico palmero acabaría desempeñando
las tareas de entrenador, secretario técnico y gerente en una entidad que
acabaría cogiendo el relevo de la marea en la élite del baloncesto español. Con
Pepe al mando nació la magia del Ríos Tejera, la misma que ahora ha recuperado
el equipo de LEB Oro.
La trayectoria de Cabrera en La
Laguna contempla, a grosso modo, tres ascensos a la División de Honor, luego
bautizada como ACB; una clasificación para la Copa Korac y dos sextos puestos
consecutivos en la máxima categoría, con José Carlos Hernández Rizo de
entrenador y Pepe en los despachos. Por el camino, Cabrera se convertiría en
uno de los 14 fundadores de la Liga ACB, hace ahora 25 años y gesto por el que
será homenajeado este miércoles.
Empeñado en convertir al
Canarias en una alternativa de poder de los clásicos Real Madrid y Barcelona,
Pepe instaló a la fiebre amarilla en el zaguán de los grandes, junto a los CAI
Zaragoza, Estudiantes y Joventut de Badalona. Sus habilidades en la gestión
trajeron hasta la Isla a varios jugadores de relumbrón que dejaron su huella en
las canchas del Lutker King y el Juan Ríos Tejera.
La lista de figuras es interminable.
Los Larry McNeil, Richy Bethencourt, Walter Szcerbiak, Randy Meister, Carmelo Cabrera, Eddie Philips, Mike Harper,
Germán González, Salva Díez, Ricky Winslow o Kurt Nimphius son solo un botón de
muestra de los jugadores que hicieron vibrar a la afición aurinegra. Todos
ellos tuvieron un denominador común, el de Pepe Cabrera, santo y seña del
baloncesto tinerfeño.
Foto de portada: Pepe Cabrera, sentado, el segundo por la
izquierda en la fila del medio.