La química del Iberostar Tenerife se apunta otro desafío
miércoles, 23 enero, 2013 - 12:01
El alma del CB Canarias no tiene límites. El equipo de Alejandro Martínez tumbó al Asefa Estudiantes (84-79) en una nueva noche mágica en el Santiago Martín. La fe y el orgullo de los tinerfeños pudo con un partido tremendamente intenso que nació, creció y agonizó en el alambre para acabar decantándose a favor de los aurinegros, que encadenan su quinta victoria consecutiva en casa e igualan así la mejor racha como local de su historia en la ACB.
Otro gran ejercicio colectivo, con cinco jugadores en dobles dígitos de valoración, y otra lección de lealtad de la afición canarista, que volvió a recrearse con un ambientazo de lujo, pese a tratarse de una jornada laborable y un tanto atípica, decidieron un encuentro de los que hacen afición. El triunfo, amasado a base de constancia y confianza en sus posibilidades, permite a los de Martínez seguir creciendo fuera de los puestos de descenso.
Ni importó la entidad del rival, un señor equipo que acaba de meterse en la Copa del Rey ninguneando al Barça; ni importó la colección de virtudes de varias de sus figuras, un buen puñado de talento con mucho descaro en ataque y centímetros y físico atrás lo suficientemente imponentes como para plantar cara a cualquiera. Y no importó, porque la química del Canarias pudo este martes noche con todo.
Hay cosas que no se pagan con nada del mundo, ni siquiera con presupuestos poderosos ni con fichajes ostentosos. Hay cosas que sólo se pueden fabricar desde el trabajo y el compromiso. Y en esa ecuación nace la química de un equipo, el tinerfeño, que sigue ganándose a pulso el respeto de la Liga Endesa y el cariño de toda la Isla a base de lecciones de entrega como la de este martes noche.
Y eso que el partido arrancó cuesta arriba, con Jayson Granger desplegando todo su potencial ofensivo, con ocho puntos casi consecutivos (7-14, 7). Sin embargo, lejos de abrumarse por la tarjeta de presentación de los del Ramiro, el equipo insular dio un paso al frente, enderezó su fallido inicio en el tiro, cerró bien el rebote, con Jakim Donaldson barriendo todo lo que se movía cerca del aro, y firmó un parcial de 11-2 (18-16, 10) para dejarle bien claro a los de Vidorreta que en el Santiago Martín no gana cualquiera.
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El partido creció entonces en ese intenso intercambio de golpes. Los aurinegros explotaron la faceta polifacética de Levi Rost, que hizo daño desde el poste bajo; mientras que el Asefa Estudiantes se amparó en Carl English, un anotador compulsivo; y en los movimientos en la pintura de Germán Gabriel (38-36, 20). El caso es que ninguno de los dos equipos conseguía despegarse lo suficiente como para romper un partido condenado a morir en un cara o cruz.
En ese pulso de valientes, la pareja de bases local, formada por Ricardo Úriz y Carles Biviá, le fue comiendo progresivamente terreno a sus adversarios; mientras que el equipo aurinegro crecía también por dentro. Blagota Sekulic (12+10) marcó territorio en la zona, con varias rechaces ofensivos claves para mantener vivas las opciones de los suyos. En esa tensa dinámica, English sufrió lo suyo con la defensa de los exteriores locales y Kirksay hacía la propio con la sombra cada vez más alargada de un Rost inmenso.
El alero de Michigan volvió a deleitar con varios robos de lo más oportunos y, sobre todo, con cinco puntos determinantes (un triple y dos libres) para convertir el suspense del 77-77 (39) en el inicio de un fiestón en toda regla (82-77) en un Santiago Martín totalmente volcado con su equipo. Fue la culminación de otro gran ejercicio colectivo, la guinda a otro partidazo de un equipo cuya alma no tiene límites.
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